EL GRAN OBJETIVO: AUMENTAR LA BASE


Todos los deportes pretenden captar la mayor cantidad posible chicos para que conformen la base de una pirámide que culmine en el plantel superior. En el rugby es un concepto que escuchamos a diario. Pero que se hace para construir sólidamente esa base.?


 

Un hombre plenamente identificado desde principios de este siglo con los infantiles de la Unión de Rugby de Rosario, es Horacio «Coco» Maturo, un auténtico fanático, apasionado por nuestro deporte, porque como bien dice «es necesario tener las condiciones básicas para captar chicos al juego. Es necesario tener un aspecto macro, donde el reglamento cumple un rol clave; la promoción, con actividades que sirvan de estímulo, que seduzcan al chico a tener contacto con la pelota y finalmente la inclusión en un ámbito agradable para el jugador y su familia, como son nuestros clubes».

Está claro, que es necesario captar, pero también apuntalar esa decisión con la contención «aspecto este último -dice «Coco»- donde aparecen en escena los recursos de un club: humanos y económicos. Los humanos son claves, porque se puede trabajar en la contención, aunque lo económico no sea lo ideal. No podemos hablar de una captación fructífera, sino tenemos gente para entrenar, o no disponemos de lugar o de pelotas. Por eso es necesario tener una planificación adecuada que contemplen todos estos aspectos».

Maturo, hombre formado en Universitario de Rosario, viene realizando desde el 2014 un pormenorizado trabajo estadístico que hoy disponen los nueve clubes de nuestra ciudad, donde se aloja el 70% de los jugadores fichados, quedando el 30% restante para aquellos clubes por fuera de Rosario, pero que tienen una estructura básica como producto de su competencia en el Torneo Regional del Litoral.

Surgen de ese trabajo más interrogantes que respuestas. Y está bien que asi sea, porque nos permite tener un panorama de como se está trabajando en el rugby infantil y cuales son las fallas que comprometen en parte su crecimiento, alejándolo de las expectativas de desarrollo.

Ese trabajo permite determinar que de 10 nuevos jugadores, que ingresan en distintas edades, se pierden 7 al llegar a la etapa competitiva. Hay casos de clubes que perdieron hasta un 50% de sus jugadores en esas edades.

Esa deserción es menor en los clubes rosarinos, que en aquellos por fuera del límite de nuestra ciudad, lo cual pone de manifiesto el concepto de contención que tienen muchos de ellos por los años de rugby, en oposición de quienes hoy están transitando el camino del desarrollo institucional y deportivo. Segmentando el análisis, la mayor deserción se produce en el primer año del chico. Los motivos…?? Tema a indagar.

Este diagnóstico no es privativo de Rosario porque es coincidencia generalizada en las uniones que participan en los congresos nacionales de rugby infantil que anualmente auspicia la UAR. Trabajar en los por qué de la deserción debiera ser una de las premisas dirigenciales.

Hoy, se hace cada vez mayor hincapìe en generar las diferentes etapas formativas, empezando por «infantiles 1» para las edades 5 a 7, donde no existe el contacto; «infantiles 2» para 8-9, donde aparecen las tackleatas, algo de contacto, agarrar, y 10, cuando aparecen las formaciones.

Le sigue «adolescentes 1» para chicos de 10-11-12 años, donde ya empiezan a jugar formando equipos, para luego ingresar a una etapa «prejuvenil», donde surge la discusión de estos tiempos. Hay una muy buena idea de mantener M13-M14 jugando amistosos e incluir en ese segmento la que actualmente conocemos como M15. Es decir, eliminar el concepto de campeón, no mas tablas de posiciones, más allá que todos los chicos son competitivos por naturaleza.

Qué se pretende.? Que los entrenadores trabajen mucho más en la formación del jugador, que profundicen un rol de educadores, dejando de lado la formación del equipo que va por un título, porque cuando ese es el objetivo, seguramente jugarán los mejores, pero muchos se quedarán de espectadores. Y la consecuencia suele ser el desánimo y con ello el abandono del rugby. Entonces, tendremos menos chicos jugando cuando ingresen a la etapa de juveniles. Y el esfuerzo de nuestros clubes amateurs por ampliar la famosa base, sería estéril.

CUADRO DE REFERENCIA
Año a año, las altas y bajas, tomando como primera referencia el 2014. La última columna (azul) marca los jugadores que dejan la etapa infantil para pasar a juveniles, con lo cual al inicio del año siguiente (columna gris) nos da una cantidad teórica, que se modifica con las altas y bajas, para llegar a un número final (columna naranja) de chicos fichados ese año. A lo largo de 8 años, la evolución de nuestros infantiles ha sido del 8.93%. Sin dudas un dato a evaluar, para buscar respuestas al por qué se van «perdiendo» jugadores infantiles que en definitiva constituyen la gran base de la pirámide. El diagnóstico está hecho. Ahora, a trabajar.

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