QUE 30 AÑOS NO SON NADA


Pero son los suficientes para observar a la distancia el valor de un hecho. En 1991 Gimnasia y Esgrima sumó su tercer título en el viejo torneo de la Unión de Rugby de Rosario. Pero esa vez en soledad, porque los anteriores fueron compartidos en 1952 (con Universitario) y en 1973 (con Atlético del Rosario. A tres décadas de aquella conquista, fue un buen momento para recordar lo hecho por aquella generación.


 

Peinando canas o directamente no peinando nada, se fueron reencontrando los que en aquella tarde del sábado 31 de agosto dieron la vuelta olímpica en el Jockey Club. Y entre anécdotas y recuerdos, sellados con abrazos interminables fueron desfilando en un abrir y cerrar de ojos los 30 que han quedado atrás, pero que han dejado huellas por donde pueden transitar las generaciones futuras.

Los "muchachos del 91" son una clara demostración de ese sentido de pertenencia tan arraigado en nuestro rugby amateur, donde la vinculación del juego con el club genera un lazo sentimental difícil de romper.

Hoy, la mayoría de aquellos jugadores son parte de la estructura del club, en diferentes estamentos. Forman parte de ese enorme voluntariado que pone el corazón para sostener desde la historia, el presente que se proyecta hacia el futuro. Sin ese "millón de amigos", voluntarios amantes del rugby, es imposible proyectar el desarrollo de un club amateur en la Argentina.

Para Marcelo Ponzelini, por aquel entonces pilar y hoy presidente de la subcomisión de rugby, "lo del 91 fue hermoso. Ya lo veníamos buscando por las campañas de los años anteriores, se dio una mezcla linda entre jóvenes y veteranos. Veníamos de una gira por las Islas Británicas el año anterior que ayudó muchísimo a fortalecer el grupo, pero hay que reconocer que fue producto también de todos aquellos que nos precedieron, trabajando por el club. Somos lo que somos, por todo lo que hicieron los que estuvieron antes que nosotros".

Rubén Serri uno de los entrenadores asistentes del "Oso" Gustavo Todeschini señalaba que "fuimos representantes de todos los que entrenaban del club en ese momento. Nos tocó a nosotros, como también podría haber sido a otros. Lo importante es trabajar por el club que supe conocer, porque lo valioso del trabajo sea campeón o no, es formar buenas personas, más allá de ser buenos jugadores".

A turno Raúl Kauffman, octavo y capitán del campeón, hoy presidente de Gimnasia y Esgrima, recordaba que "teníamos muchas ganas de ganar, veníamos de diez años duros, cuando llegamos hasta no tener cancha, entrenando en cualquier lado. A lo mejor hicimos un juego un poco mezquino, pero si más efectivo. Recuerdo que todos estábamos muy compenetrados, ese año nos teníamos mucha fe. En lo personal fue la gran satisfacción, porque logramos lo máximo rugbísticamente que se podía lograr, ya que por aquellos años no había TRL, ni torneo del Interior, tampoco Nacional de Clubes, lo más que se podía aspirar era ser campeón de la Unión de Rugby de Rosario".

En un aparte con Super Try, Manuel García, uno de los primeros "pumitas" del club, desde su puesto de fullback tuvo en sus manos el único try de los auriazules. Hoy rememora "fue una alegría enorme, creo que no nos dimos cuenta de lo que hicimos, pero cuando pasan los años, empezás valorarlo más". Pero también tuvo la responsabilidad de patear ese penal, en la agonía del partido que significó el empate y por ende la obtención del título. "No fue una patada muy complicada -recuerda- habíamos practicado en la semana desde esa posición, y en ese momento no tenía noción de lo que íbamos a conseguir, estaba muy concentrado, solo pensaba en patear. Sabía que faltaban un par de minutos, era consciente que no estaba terminado el partido, máxime teniendo en cuenta que enfrente estaba el Jockey con un equipazo. Luego si, vino la alegría…!!!!

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