El torneo de franquicias profesionales que sostiene Sudamérica Rugby se ha instalado decididamente en el panorama de nuestro rugby y se vislumbra un crecimiento en lo que se refiere a cantidad de equipos y obviamente un calendario más extenso.

Uno recuerda que a fines del 2021, dirigentes tucumanos nos reconocían su deseo de reflotar «La Naranja» como franquicia. Los vaivenes económicos y decisiones políticas, hicieron que la idea quedara pendiente, pero nunca fue abortado.

Ahora el run-run de los terceros tiempos nos dice que en el 2025, podría haber dos y algunos aventuran tres franquicias más. No sería extraño que se reflote el proyecto tucumano, también anda dando vueltas darle otra chance a los colombianos y una calificada fuente nos comentó «el Litoral puede estar».

Todo por ahora es en potencial. Si está claro que las franquicias tendrían el respaldo legal de las uniones, como es el caso la Unión Cordobesa que auspicia a Dogos XV, más allá de un CEO privado.

Pero enseguida salta a la discusión un tema: varios clubes amateurs no simpatizan con este desarrollo del rugby profesional que convoca a sus mejores jugadores. «Es una sangría, en nuestra región, sacarte 4/5 jugadores es un golpe duro, para planteles relativamente cortos» confiesa más de uno. Y es cierto.

Se impone, a nuestro criterio, que llegado el momento debería legislarse cuantos jugadores por club puede ser convocados. Los clubes son la gran base de una pirámide que, en la Argentina, tiene como punta a Los Pumas. Cuidarlos debería ser prioridad, más allá de ese objetivo y del negocio que significa el rugby profesional.

(Por Carlos E. Bustos)